A Vassili Nesterenko y los afectados por la barbarie nuclear.

Apuesta nuestro experto ingeniero de caminos, canales y puertos y, ahora también, candidato por el PP de la Región de Murcia, por la energía nuclear sin ningún atisbo de duda. Concede, eso sí, que no se instale ninguna central entre Torrevieja y Granada. Pero defiende, apoyándose en el mito de la omnipotencia y omnisciencia de la tecno-ciencia, su necesidad. Siempre, claro está, que técnicamente sea viable y no exista ningún impedimento actual o potencial.

La tecno-ciencia ha avanzado. Eso es innegable. Pero también se ha incrementado el poder destructivo de nuestros artilugios. Misiles con cabezas nucleares que pueden destruir el planeta varias veces y que se nutren de las centrales nucleares.

La existencia de más centrales nucleares que antaño, más proyectos nucleares, más residuos nucleares que almacenar. ¿No significa, acaso, más riesgo?

Insinúa nuestro ingeniero-candidato del PP que no nos preocupemos, que sólo “son tres o cuatro operarios hospitalizados” por la catástrofe de Fukushima. Debería revisar su diagnóstico sobre las consecuencias del desastre de la central. No coincide con la realidad actual. Y, por desgracia, superará con el tiempo las causadas por el terremoto y posterior tsunami.

Son muchos los sabios del establishment, al igual que nuestro experto ingeniero-candidato del PP, que quitaron importancia a lo ocurrido en Fukushima, e incluso criticaron a quienes alertaban de la magnitud del drama. Descalificaban a los críticos de la energía nuclear minimizando los efectos de lo ocurrido en Japón. Repasen las hemerotecas de los días inmediatamente posteriores al desastre nuclear y podrán comprobar con qué entusiasmo se defendía esta energía al tiempo que se quitaba hierro a lo ocurrido.

Está claro que, en el Sr. Guillamón, una aparente perspectiva económica se impone sobre las repercusiones que la energía nuclear pueda tener sobre la salud humana. Pero es que, incluso desde una perspectiva economicista tampoco resultan rentables las centrales nucleares si eliminamos la aportación que realiza el Estado. De hecho, sin subvención pública, no hay proyectos sobre la mesa. Las compañías eléctricas se enriquecen a costa del sacrificio financiero de la sociedad. ¡Viva el capitalismo del Sr. Guillamón!

Pero volvamos al argumento central de la suficiencia técnica en la superación de las supuestas inconveniencias de la energía nuclear. Stalin no dudó, al igual que el Sr.Guillamón, y, por eso, apostó con entusiasmo por la energía nuclear. Mis dudas, sin embargo, se incrementaron hace unos pocos años en Minsk. Allí tuve oportunidad de reunirme con Vassili Nesterenko, recientemente fallecido, físico nuclear y director del Instituto Belrad de Minsk (Bielorrusia). Nesterenko sobrevoló en helicóptero la central nuclear de Chernóbil tras la catástrofe y pudo comprobar a lo largo de los años posteriores las trágicas consecuencias del accidente. De ser un entusiasta defensor de esta energía pasó a ser uno de sus principales detractores en el mundo. Aire, agua y tierra contaminados. Animales contaminados, leche contaminada… Miles de seres humanos afectados, niños y niñas contaminados, ADN de familias afectado. Un auténtico desastre.

Visité la zona más contaminada, cerca de la frontera con Ucrania, en el pueblecito de Chechersk, y uno de los miembros de la expedición resultó afectado por la radiactividad debido a la alimentación. En todos los colegios que visitamos había artilugios para medir la radiactividad de las personas y de los alimentos.

Lo más desolador, sin embargo, fue la visita al hospital oncológico infantil de Minsk, construido tras la catástrofe nuclear. Niños aislados se comunicaban a través de frías vitrinas de cristal con sus madres y padres. ¡La bendita radiactividad! Sr. Guillamón. Esa sí que es la principal obsesión y preocupación de los seres humanos afectados.

Mi obsesión Sr. Guillamón es el sufrimiento de estos y otros niños, el hambre y la pobreza de nuestro imperfecto mundo, las desigualdades sociales y las injusticias. Y me importa un pimiento que sus dos únicas obsesiones, como señalaba en su reciente artículo, sean el Real Murcia y la quimera de un trasvase del Ebro al servicio de los especuladores. Sobre todo mientras haya cosas más importantes de las que preocuparse.

Quizá, dado el desdén y atrevimiento con que aborda las consecuencias de la tragedia nuclear debería nuestro experto ingeniero de caminos, canales y puertos y, además, candidato del PP impartir unos cursos sobre los beneficios del juego atómico para la humanidad. Las primeras clases en Japón, para ahuyentar el temor infundado de sus pobladores, algunas sesiones complementarias en Hiroshima y Nagasaki. Después en Ucrania y Bielorrusia, dado que Chernóbil quizá sea un error comunista para el Sr. Guillamón. Y finalmente, EEUU en el entorno de la central nuclear de Harrisburg.

En fin, creo que Valcárcel debería nombrar al Sr. Guillamón embajador atómico plenipotenciario. A lo mejor hasta nos convence de las bondades y beneficios de establecer un almacén de residuos nucleares en la región. ¡Es que no hay nada como el capitalismo financiero y atómico de nuestro experto ingeniero-candidato del PP!

A Vassili Nesterenko (fallecido el 25 de Agosto de 2008) In Memorian

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