LA JUBILACIÓN A LOS SESENTA Y SIETE AÑOS.

  La recesión nos aboca a tomar medidas para que la situación cambie. Pero las medidas no son inocentes, ni neutrales. Y tampoco los cambios han de ir necesariamente en una única dirección. Cualquier análisis que realicemos ha de considerar  el sistemático conflicto entre las rentas del trabajo y las rentas del capital. Éstas últimas, han visto incrementar su peso en los últimos veinte años al calor de la revolución conservadora iniciada por Thacher y Reagan.

  Ahora, pretenden darnos otra vuelta de tuerca con esta propuesta de ampliación de la edad de jubilación. El argumento falaz de que hay que prevenir la insostenibilidad futura del sistema de pensiones se asienta en que su viabilidad deviene económicamente de la bolsa generada por las cotizaciones a la seguridad social. Sin embargo, resulta perfectamente razonable que también se sostenga con las aportaciones fiscales de los ciudadanos. O ¿Acaso no se sostine con los impuestos la Sanidad, la Educación, el Ejercito y hasta la Familia Real?

  Una política de izquierdas adoptaría medidas como la de reformar el actual sistema fiscal en un sentido progresista, recuperando por ejemplo, el impuesto sobre las grandes fortunas (impuesto de patrimonio), persiguiendo el fraude fiscal estimado en 70.000 millones de euros anuales, reduciendo la jornada laboral para repartir el empleo, potenciando la inversión pública para la transformación de nuestro obsoleto e insostenible sistema productivo por otro más eficiente y sostenible y en donde el capital humano, la formación y el I+D+i sean los elementos relevantes. Otra medida hasta hace muy poco denostada sería disponer de una banca pública como sólido instrumento que garantice el suministro de crédito a las PYMES.

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