MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR

Ayer, en una rueda de prensa de IU de la Región de Murcia, puse de manifiesto una de las paradojas de nuestras sociedades contemporáneas. Somos una sociedad enferma, generadora de nuevas patologías en un contexto de increibles avances científicos y tecnológicos en el ámbito sanitario. La crisis económica incrementa el número de depresiones asociadas en la mayoría de los casos al estrés, el alcoholismo, el consumo de drogas, etc. y mientras la parte de la sociedad no afectada directamente por la crisis se abona al sedentarismo y la obesidad.

Somos una sociedad enferma debido a un sistema socioeconómico que persigue el consumo a toda costa como la panacea de la felicidad. Y aquí en factor tiempo es esencial. El tiempo vivido subjetivamente de forma irracional y contrario a los ritmos biológicos naturales. La PRISA como ingrediente interiorizado en la actividad de cualquier ser humano. Si las cosas no se hacen con prisa no tienen valor, incluso se produce mala conciencia si no es así.

La cultura del sosiego y la paciencia, de la contención ante la compulsividad consumista brilla por su ausencia. Más vale consumir fármacos o someterse a toda la maquinaria teconológica sanitaria para renovar nuetro cuerpo que apostar por un modus vivendi relajado que nos aporte más felicidad. Hagámonos la siguiente pregunta ¿Para qué la prisa de nuestras acciones? Y no estoy refiriéndome a la prisa puntual sino a la estructural.

De ahí la apuesta por una política basada en la prevención y la promoción de la salud. Se reducirían sustancialmente los costes sanitarios a medio y largo plazo pero, y esto es lo fundamental seremos más felices.

Continuaré, más adelante mostrando las excelencias del sosiego frente a la prisa en otras dimensiones de nuestra vida social. Aunque todas, al fin y a la postre, están relacionadas. Chao.

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