EL DRAMA DE HAITÍ

Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. El terremoto de Haití, de consecuencias devastadoras, ha supuesto una reacción de solidaridad puntual en el mundo. La cuestión no es sólo el ahora, sino también el antes y sobre todo el después. El hambre, la pobreza, el SIDA, el analfabetismo, la falta de esperanza, etc. constituye el problema que debe ser abordado permanentemente; el de este país y el de otros muchos que se encuentran en situación similar.

La respuesta no puede ser la caridad puntual que tranquilice nuestras conciencias. Debe suponer el compromiso solidario de nuestras instituciones públicas. Es incomprensible que un pequeño país como Dinamarca haya contribuido más en términos absolutos que España en ayudar a los damnificados por el terremoto de Haití.

Es urgente la implantación de un impuesto planetario (tasa Tobin) para comenzar a corregir las desigualdades sociales en nuestro planeta. Resulta clarificador que en Puerto Príncipe los afectados sean de barrios pobres, mientras que losbarrios más ricos apenas se han visto afectados.

Ahora mismo me llega la noticia de que se ha producido otro terremoto de seis grados en Haití. Estos hecho, junto con otros como el cambio climático, poenen de manifiesto la urgente necesidad de un mínimo gobierno mundial.

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