La corte del faraón sigue la linde


Los liberales que defendían el “laissez-faire” en la esfera económica están hoy desconcertados. En nuestra región eran innumerables los que, desde sus atalayas, exigían la no intromisión de lo público en sus asuntos. Así, maldecían cualquier conato de regulación, por tibia que fuera, en la gestión del suelo, del medioambiente, de las infraestructuras, etc.

Las gerencias de urbanismo municipales y sus direcciones generales autonómicas han servido, en general, de facilitadoras del negocio en lugar de defensoras del interés colectivo. Los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales han dormido durante largo tiempo enredados en los hilos de la araña burocrática mientras los convenios urbanísticos y sus telepelotazos fluían como el agua de las cataratas del Niágara. “Laissez-faire, estúpido, laissez-faire” era el grito de guerra de los liberales murcianos del “Murcia que bella eres y que bien vas”. Crecimiento económico en términos de PIB, creación de empleo, cuentas públicas aparentemente equilibradas, etc. La otra cara de la moneda eran los bajos salarios y pensiones, la precariedad y temporalidad laboral, ingresos públicos derivados del modelo inmobiliario con incrementos de gastos irracionales, ausencia de un modelo productivo sólido y diversificado, etc. Pero, a pesar de todo a muchos les “vendieron la moto” de que la región iba bien e iba a ir mejor con los nuevos proyectos faraónicos.

El faraón, que pronto se mudará a las instituciones europeas, se regocijaba con sus proyectos estrella: Marina de Cope, Novo Cartago, aeropuerto internacional, Paramount, etc. Los grandes especuladores del suelo y la vivienda se frotaban las manos con la Ley del Suelo de Aznar y con la réplica murciana de Valcárcel. Todos los méritos de los indicadores económicos se los atribuía el faraón en exclusiva. Son los méritos del modelo Valcárcel repetían, una y otra vez, como un mantra, sus aduladores y demás cohorte de la bien provisionada corte. Eso sí, cuando las cosas comienzan a torcerse la culpa de todo es de las plagas bíblicas. El faraón no tiene ni asume responsabilidad alguna. Y cuando le preguntan por el ex alcalde de Fortuna, condenado por comprar votos para él pero también para el faraón, sólo atina a balbucear no sé bien qué.

Todo se desmorona en la región. El paro roza el treinta por ciento y el juvenil constituye un auténtico drama, los desahucios avocan a cada vez más familias a vivir debajo de un puente, la pobreza se hace insoportable… pero el faraón mira para otro lado. No va con él. Él sigue erre que erre con sus fantasías megalómanas. Sigue la linde que nos lleva al precipicio social. Pero impasible, el faraón sale en defensa del interés particular y en detrimento del interés público, cuando sin ruborizarse se queja de que la cantidad reclamada por AENA a AEROMUR para cerrar el uso civil del aeropuerto de San Javier es excesiva. El faraón en lugar de defender a su pueblo, al legítimo interés público, sale en defensa del que quiere maximizar sus beneficios privados. Y la cohorte de la corte aplaudiendo.

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